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26.12.06

Encaje de bolillos


Quizá lo recuerden, escribí hace un tiempo sobre los premios nacionales de Artesanía, que resulta que tienen cinco dotaciones que se pagan con los fondos de la promoción del diseño (los del Ddi, se entiende). Como recurso retórico, planteaba entonces aquello como el resultado de un partido: Artesanos, 5 – Diseñadores, 0.
En este tiempo ha habido corrimientos en el Ddi, que ha cambiado de directora y no hay que pensar que sea para mal. El tiempo dirá, lo cierto es que antes de que entrara la que ahora sale (X.V., esa a la que Pedro G. Ramos bautizó con cariño como “la baranda”), hacía mucho tiempo que el Ddi no estaba en manos de alguien tan próximo, sabedor y sensible con las cosas del diseño. Y hay que reconocer que eso se ha notado. El balance, a mi entender, ha sido positivo, muy positivo, y lo digo ahora porque ella no está y así no se me puede acusar de connivir con el poder, porque ya no hay poder que valga. Hay quienes creemos incluso que de haber tenido un poco más de tiempo, hasta habría conseguido arreglarnos lo de los Premios Nacionales. Ahora volvemos a la antigua fórmula de que quien mande sea del organigrama del ministerio, eso que antaño se llamaba funcionario de carrera, y de un tiempo a esta parte viene a denominarse como “alguien de la casa”. Insisto, ni bueno ni malo, concedámonos el beneficio de la duda.
Pero volvamos a lo de la Artesanía, que tiene mucho que ver. Resulta que esos Premios que se pagan con lo que sería nuestra dote si la hubiere, los convoca la Fundación Española para la Innovación de la Artesanía, que pertenece al ministerio. Asistí a la entrega de los Premios (triste, triste, les juro, había allí menos glamour que en el pijama de la niña de Srek). Me llamó la atención que el logo del Ddi, ni por asomo. En los discursos, ni por asomo tampoco, y los representantes del Ddi… pues tampoco. Que digo yo que les invitarían, siendo los que pagaban la dote; que si no fuera porque lo tengo leído en el BOE, empezaría a dudarlo.
Cabría pensar que ese partido con los artesanos (con los políticos de la artesanía, entiéndaseme) lo hemos perdido, pues bueno, no pasa nada. Pero resulta que, no contentos, parece ser que hay partido de vuelta, y en este sí que nos están dando la del pulpo. Si lo de las dotaciones no dejaba de ser anécdota, enormemente sintomática si se quiere, pero anécdota al fin, esto otro es mucho más serio: es esencial. Les cuento.
Resulta que hace un par de años esta misma fundación ministerial de los artesanos organiza un programa de esos de apoyo, que consiste en que un puñado de diseñadores trabajan en diseños para otros tantos artesanos y talleres, a precio de mínimos como casi siempre sucede, y quien pone la lana es el ministerio. Para que se hagan una idea, una línea de producto (ahí se hablaba de familia de objetos) por menos de 2.000 euros. Más o menos, como los programas de apoyo a las PYMES en materia de diseño e identidad, pero para la artesanía. En aquel entonces se maneja un borrador de contrato en el que se decía que “Los diseños presentados por los diseñadores a los talleres artesanos y aceptados por éstos, serán propiedad del promotor del proyecto FUNDACIÓN ESPAÑOLA PARA LA ARTESANIA, si bien el diseñador siempre mantendrá la autoría del diseño y así quedará reflejado en todas las comunicaciones que se hagan del proyecto y productos. Una vez comercializado el producto se firmará un contrato entre el diseñador y el taller artesano para que el diseñador tenga derecho a los denominados “royalties” sobre facturación”.
Lo cierto es que chirriaba un poco (un poco bastante, a qué engañarnos) eso de que los diseños sean propiedad del promotor cuando éste es el ministerio de industria. Aquello nunca se firmó por las partes, porque como pasa tantas veces, la realidad supera los contratos. Han pasado dos años, y aquellos diseñadores han recibido ahora el susto de su vida: les llega un nuevo contrato para que lo firmen. En éste, lo de los royalties ha desaparecido, y en su lugar, la claúsula es la siguiente: “que, desde su realización y debido a la naturaleza y objeto del encargo realizado, cedió en exclusiva a La Fundación la titularidad de todos los derechos de explotación sobre EL DISEÑO, para el ámbito territorial mundial y por el tiempo de duración legal de los derechos”.
Traten de imaginárselo, que yo no puedo: el ministerio de industria, con la promoción de los artesanos como señuelo, compra a saldo diseños industriales, quedándose de por vida y para todo el mundo con todos los derechos. ¿Alguien se imagina cómo se pondrían los artistas plásticos, músicos o escritores si el Ministerio de Cultura hiciera lo propio, y se quedara con los derechos de autor cuando concede ayudas a la creación? ¿o el de Sanidad, cuando promueve la investigación médica?
Algunos de entre los diseñadores damnificados han firmado, y hay quien interesadamente va diciendo que es porque les dará igual, y yo me inclino más por que sea el miedo a retratarse lo que les mueve; no seré yo quien les afee el gesto, que con las cosas de Palacio no se juega. Por si fuera poco, a los que han dicho que no lo firman, les han contestado que expongan por escrito sus motivos. Por mi parte no hay comentarios al respecto, que me ha dicho mi abogado que escribo en el filo de lo imposible últimamente, y he hecho propósito de comedirme.
Y quizá se pregunte alguien por qué me empeño tanto en relacionar lo uno y lo otro, el diseño y la artesanía, unos premios bien dotados y otros tan honoríficos, la fundación de marras y el Ddi… pues porque me estoy temiendo que aquí casi nada es ya casual, y lo que tenemos es una de vasos comunicantes en la que nos toca ser el que se vacía. Y si no, fíjense: si uno mira para arriba y sigue los hilos, se da cuenta que al final la presidenta de esta Fundación no es otra que doña María Callejón, la mismita presidenta… del Ddi. Para no creérselo, ¿verdad?
Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.