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12.12.07


Esta vez sí, a Pati Núñez le han otorgado el Premio Nacional de Diseño. Esta sí es la primera mujer que lo recibe, aunque hay quien quiso confundir. Y sin dármelas de profeta, porque estaba cantado, ya lo habíamos aventurado en este blog.
Personalmente me he llevado un alegrón. Pati es la mejor diseñadora gráfica de este país, de calle. Fue musa del boom del disseny, ella misma dice que en aquella época le hicieron muchas más entrevistas y reportajes de los que merecía. Después demostró y sigue demostrando que no se equivocaban los que vieron en ella algo más que el éxito efímero y mediático. El diseño de Pati es sólido, perdurable, eficaz e intimista. En el acta del jurado puede leerse que se le concede por "su impecable trayectoria, por la elegancia formal de sus proyectos, audacia y generosidad, y por su habilidad de involucrarse en cada proyecto de una manera muy personal, provocando lecturas visuales cargadas de sensualidad y poesía". A mí me ha parecido una justificación un poco cursi, no creo que hubieran dicho lo mismo de un hombre, pero hay que reconocer que debe dar un gusto enorme que definan así tu trabajo, incluso aunque no te identifiques mucho.
Pati ha demostrado compromisos más allá de los que se derivan de la relación entre el diseñador y su cliente. Ha conformado con su trabajo aspectos de la esencia misma de empresas como Vinçon o Sampaka, entre otras.
Pero no sólo eso. Su compromiso se extiende también a esta profesión. Si se me permite, me gustaría destacar tres hechos (ha habido más) por los que no me molesta parecer subjetivo y hasta empalagoso al escribir sobre Pati.
El primero, sucedió hace bastantes años. Era la época en que los Laus se entregaban en una ceremoniosa y elitista cena de gala, con un cubierto carísimo. Después se celebraba una fiesta multitudinaria en alguna discoteca o sala de fiestas de Barcelona. Alguien con poco criterio decidió que a la entrega de los premios Laus debían poder asistir los diseñadores jóvenes y los estudiantes. Así, los asistentes nos vimos cenando opíparamente, creo recordar que fue en la pista del estadio olímpico. Los jóvenes profesionales y estudiantes asistían sentados en las gradas. Recuerdo la situación como especialmente incómoda, lo de cenar con público era realmente surrealista.
A Pati le dieron un Laus ese año. Cuando hubo de recogerlo, bajó desde las gradas. Ella prefirió quedarse sin cenar y compartir aquella humillación a la que los importantes estábamos sometiendo a los jóvenes. La ovación, desde arriba y desde abajo, fue enorme.
No sé si hubo relación causa-efecto, pero Pati fue la responsable de organizar una edición posterior, quizá la siguiente. Eligió la Sala Cibeles, de Barcelona. Fue la primera sin cena de gala. Todo estaba exquisitamente medido y preparado. Con especial cariño recuerdo el espectáculo, que corrió a cargo de Paulovski. Es la entrega de premios Laus de la que mejor recuerdo tengo. Pati demostró que las cosas podían ser de otra manera. Lo que hoy son los Laus, le deben mucho a Pati.
La última batalla de Pati es reciente. Se refiere al concurso para el logotipo del gobierno. Ella ha sido especialmente beligerante en el plante de los diseñadores. Y en este caso concreto, he visto cómo defiende la dignidad de esta profesión con vehemencia y argumentos, sin paños calientes, esté quién esté delante. Sin medir las palabras y las consecuencias. También eso hay que agradecérselo.
Con el premio de Pati el diseño sale ganando. Y otra vez, frente a los argumentos mercantilistas del oficialismo, en la rueda de prensa ella ha hablado de las personas, del bienestar, del diseño como comunicación y como cultura.
Álvaro Sobrino. Diseñador gráfico, periodista y editor.
Mantiene una columna en la revista VISUAL, con el nombre de Crónicas de Pseudonimma, donde recoge opiniones de otros y las suyas propias acerca de la actualidad del diseño español.